Galería de los Espejos

Galería de los Espejos

Más que una residencia para el rey de Francia, el Palacio de Versalles sirvió ante todo para mostrar el poder y la autoridad de Luis XIV y sus sucesores. La Galería de los Espejos, conocida en otro tiempo como la Gran Galería, representa la culminación de esta política de prestigio al dejar impresionados a todos los visitantes con su fastuosidad.

Un lugar mágico y sorprendente

La Galería de los Espejos es una obra absolutamente revolucionaria para el final del siglo XVII. Sus dimensiones, sus esculturas y sus pinturas crean un espectáculo siempre cambiante por el reflejo de las luces y los colores de los jardines en los inmensos espejos curvados presentes en toda la sala. Las obras que decoran la sala están inspiradas principalmente en la mitología griega, al más puro estilo neoclásico. Así, las arcadas están coronadas de forma alternativa por una cabeza de Apolo o los despojos de la piel del león de Nemea.

La Galería de los Espejos, restaurada con regularidad, no ha perdido ni un ápice de su esplendor y sigue sorprendiendo y maravillando a los visitantes que llegan por cientos de miles cada año.

Cifras de vértigo

Esta obra monumental mide 73 metros de largo por 10,5 metros de ancho y cuenta con una superficie total de más de 750 m². La luz del día penetra por 17 inmensos ventanales e ilumina los dorados de oro fino, las esculturas y las pinturas. Frente a los ventanales, se alzan inmensos arcos compuestos en total por 357 espejos unidos por varillas y clavos de bronce labrado. Cada arco, situado frente a una ventana, consta de 21 espejos.

La presencia de tantos espejos no es casual. Su fabricación era en aquella época una auténtica proeza tecnológica a un coste exorbitante: el reino de Francia demostraba de esta forma su riqueza y su saber hacer artesanal.

Los 1000 m² de frescos y pinturas, realizados por el taller de Charles Le Brun, contribuyen también al esplendor de la galería.

La Galería de los Espejos: donde reside el poder

La atención prestada a la construcción de la Galería de los Espejos obedece a la importante función política que este lugar desempeñó desde su inauguración en 1684. Aquí se recibían a los cortesanos y embajadores más respetados de los reinos vecinos, que quedaban deslumbrados por la grandeza del rey.

El simbolismo está omnipresente en esta sala. Apolo, por ejemplo, está especialmente representado en la Galería de los Espejos de Versalles. Este dios griego suele considerarse una divinidad, así como el inventor de la música y la poesía. Luis XIV, conocido como el Rey Sol, se declara mecenas y protector de las artes y se presenta como su heredero natural.

Recorra el parqué de la Gran Galería al igual que hicieron numerosos soberanos, jefes de Estado y grandes personalidades de todo el mundo.

 

 

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